Llego a casa, y apenas abro la puerta, escucho su voz a lo lejos diciéndome que espere un momento, que no entre, sonrío, me asomo con la curiosidad divertida de un niño, medio sonriendo, la oscuridad es completa salvo por un agradable aroma a rosas y unos destellos tintineantes que la rompen, y entonces su voz juguetona y entre risas, me dice que entre.
Entro rompiendo el silencio con mis pisadas en la tarima, llego al oscuro salón tan solo iluminado por camino de velas y pétalos de rosas que están por todas partes, hasta en una mesa del comedor bien preparada para una cena romántica, y hay más pétalos y velas que llevan al pasillo de las habitaciones. Hace calor, la calefacción está a tope, pero no es ese el calor que siento, es más intenso, más profundo, y no es sexual, va más allá del sexo, es un calor que me abriga, que me calma. Me siento tan agusto en casa que no puedo borrar esa sonrisilla boba de mi cara, ni siquiera lo intento, me siento bien.
El camino de velas y pétalos me lleva a todas las habitaciones en las que miro intrigado por la sorpresa que me pueda aguardar, aunque nada me espera en ellas, solo están para despistar, y llego al baño solo iluminado por más velas y más pétalos, estas aromáticas y de colores, y me paro en la puerta, y ella está ahí, en la bañera, boca abajo, desnuda, con la espalda y algo más al descubierto, y una de las velas sobre ella, con la llama bailando, disfrutando del calor del agua cubierta de espuma. Me mira y sonríe de la misma manera que la miro y sonrío yo.
Retiro la vela admirando su piel color café, dejando que mi mano la roce para sentirla, me desnudo despacio, sin prisa, tenemos todo el tiempo. Me mira y juega con la mirada, y eso me gusta, me gustan esos juegos calientes que no sé a donde me llevan pero que si sé a donde quiero que me lleven, me meto en la bañera, despacio, casi sin hacer ruido, nos rozamos levemente.
El calor me recorre desde los pies hasta la espalda, ella se sienta apoyando su espalda en mi pecho, le retiro su pelo negro, muy negro, y rizado, muy rizado hacia un lado descubriendo su cuello, la abrazo y cierro los ojos llenándome del calor de su cuerpo.
Sin poderlo evitar mis labios recorren su cuello, ella suspira de placer, me abraza y yo a ella. Con una mano en su pecho y con la otra recorriendo su cuerpo hasta su clítoris, nos excitamos y gime de placer; se da la vuelta clavando sus ojos llenos de deseo, y me besa apasionadamente, y se sienta sobre mi dejando mi cara entre sus abultados pechos, y los hago míos, jugando con ellos, con su calor entre mis manos, dejando que mi lengua juegue con sus pezones erectos que saben a sales dulces de baño.
Muy excitada, la penetro bajo el agua; jadea con la respiración agitada. Noto su vagina muy caliente sobre mi, llenándome de placer, ella se mueve más, tanto que el agua se sale; se recuesta sobre mis piernas dejando que mi boca y mi lengua jueguen con su flor latente y excitada, gime. Atrapa mi cara con sus muslos, lleva mis manos a sus enormes y suaves pechos, apretando mis manos con las suyas sobre ellos, dejándonos llevar por la pasión y la lujuria, jadeando y gimiendo de un placer que espero nadie llegue a escuchar.
Y la vuelvo a penetrar llenándome de todo su cuerpo, su calor y excitación que a su vez me excita más, llegando los dos a un punto en que nos hace temblar, y nos quedamos abrazados, jadeantes por un orgasmo que nos cubre como agua de mar.
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