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lunes, 25 de febrero de 2019

LA FELICIDAD

   La felicidad vive ahí, al lado de la culpa, al lado del peligro, al lado del miedo. 

Es frágil, en cualquier momento, sus tres compañeros con los que hace frontera, la pueden hacer saltar y romper, cualquiera de ellos, la pueden hacer efímera como una estrella fugaz, su eternidad puede durar un momento, pero no por ello, se deja de disfrutar, ni se deja escapar. 

Si pasa, la tienes que agarrar, cogerla al vuelo, fuerte, y no dejarla ir, tienes que hacerla tuya, y que sea plena, y más que plena, inmensa, aunque esa inmensidad no sea eterna. 

La felicidad está ahí para hacerle frente a la culpa, al peligro y al miedo, es como la Cenicienta y sus hermanastras, es la luz ante esas tres nubes negras que siempre, más o menos cerca, están ahí, acechándonos, esperándonos como depredadores a su presa. 

Es el sol, que aunque escondido detrás de las nubes, u oculto por el manto de la noche, siempre está, siempre sale a despejar nuestros cielos, y darnos luz y calor, a calmar nuestros mares tras la tormenta. La felicidad, nos saca del ahogo, permitiéndonos respirar, son alas que nos hacen volar hacia la paz.

La felicidad vive ahí, al lado de la culpa, al lado del peligro, al lado del miedo, pero también, junto a nosotros, a nuestro lado.

lunes, 18 de febrero de 2019

EN MEDIO DE NINGÚN LUGAR

    Llegó allí sin pensar en aquel lugar, sin planear que aquel fuera su destino, casi sin saber como. Se despertó en la arena, casi húmedo y con olor a mar, y sin poder explicárselo, desnudo, no veía su ropa, ni sus cosas por ningún lugar. 

Se sentía aletargado, resacoso y con sabor a agrio coñac, estaba claro que había bebido, y mucho, se sentía aún en estado de embriaguez. Hacía ya algunas horas que había amanecido y no sabía muy bien que había pasado esa noche, ni que había hecho, se sentía perdido, allí sentado y desnudo en medio de ningún lugar. 

Se levantó como si pesara tres veces más de lo normal, lento y casi torpe, respiró y tapándose sus partes, casi escondidas por el frío de la noche y el amanecer, como buenamente podía, echó a andar a ninguna parte, sin saber muy bien a donde ir, y en ese caminar a ningún lugar, se fue acercando un coche, le oía, pero no se atrevía a mirar, se debatía consiguió mismo, porque una parte de él quería que parase y le ayudara, la otra quería pasara de largo como si no le hubiese visto, al tiempo que se decía "tierra trágame", pero le vio, y no solo le vio, sino que según se le acercaba, aminoró la marcha hasta estar a su altura.

Él continuó caminando, sin mirar, abochornado y casi colorado por la situación, y con él continuó aquel coche a marcha lenta. No quería mirar, temía que fuera la guardia civil y se lo llevaran esposado y desnudo por quien sabe que cargos; o peor aún, que fuera algún conocido que quien sabe porque maldita razón, se encontrase, precisamente allí, y de todas las situaciones imaginables, y que se pudieran dar, se dio una que si bien no era la peor, tampoco llegaba a ser la mejor, en aquel coche, y casi parada a su lado, se encontraba una mujer, sonriendo divertida, por lo cómico de la situación. Al final se rindió y paró, y ella también, y evidentemente se tuvo que explicar, si es que era posible explicarlo, ni siquiera sabía muy bien como, lo cual para él hacía que todo aquello fuera mucho más bochornoso, y para ella más divertido aún. 

Con ambos parados, ella se bajó, y le ayudó, le cubrió con una manta, que si bien, con aquel calor no era lo mejor, fue una buena solución, y ya cubierto, se lo llevó a su casa, que a buen seguro quedaría más cerca que de donde él estuviera o pudiera ir. Y allí, pasó unos días, o unas semanas que le parecieron días, hasta que, gracias a ella, pudo ponerlo todo más o menos en orden y recuperar su vida, aunque desde entonces, y desde aquel lugar, ya no sería igual, porque se había enamorado de ella, y de aquel paisaje perdido en medio de ningún lugar que jamás podría olvidar.