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miércoles, 27 de septiembre de 2017

DESTINO O CASUALIDAD

     ¿Cómo saber si alguien a quien acabo de conocer, es mi destino o una casualidad en el camino?. Supongo que a bote pronto es imposible saberlo, solo dándole tiempo al tiempo se puede saber, tiempo en el que ya es imposible darte la vuelta y volver atrás, aunque tampoco hay por que, ya que ese camino otro nuevo me enseñará a andar.

En medio del destino y la casualidad, entre los miedos y las dudas de mil cuestiones y preguntas, ante las direcciones que tomar y en las que me he de adentrar en ese misterioso camino que me atrae sin resistencia y me hace divagar por él; a veces no se si ir a la izquierda o la derecha o tomar un atajo campo a través, no se si ir despacio o ir deprisa. Puedo ser prudente y cauto, ir con calma y dejar que el sol, apoyado en el hombro de la luna o ella en él, me guíe junto con el viento y me indique donde ir. Avanzo entre el miedo y la emoción, y en la mano mi corazón mientras decido que hacer, si entregarlo en parte, entregarlo todo o quedarme con él.

Mientras, me toca esperar y desear que los dos bailemos la misma música y la misma canción, al tiempo que nos abraza la incógnita de saber si el universo con todas sus estrellas sobre nuestras cabezas, conspira en contra o está conmigo, siendo amantes en la extraña melodía del destino o de la casualidad que sin previo aviso y por sorpresa se vino a presentar.


Esperando en el andén de mi vieja estación en la que no se si ese que está parado es mi tren esperando que me suba en él, y me subo, porque aún sin esperar que me lleve al final, es un viaje que deseo realizar aún sabiendo que puedo descarrilar.

Sentado en mi vagón, pienso que lo mejor sería disfrutar del viaje hasta donde me tenga que llevar, pare donde pare y baje donde me baje, sin pensar, mirando al frente y nada más. Simplemente es que no se si este viaje es mi destino o solo casualidad.

viernes, 22 de septiembre de 2017

LO SEMEJANTE ATRAE A LO SEMEJANTE

    
      Lo semejante atrae a lo semejante, o eso dicen, aunque también dicen que los polos opuestos se atraen, entonces uno ya no sabe si lo que atrae es bueno o malo, ni siquiera si uno atrae o es atraído.

No se sabe nada hasta que uno se da de cara con ello y es tarde para evitarlo, ya lo tienes ahí y te lo tienes que comer, y te lo comes quieras o no, y casi siempre en silencio. Ves el sol, o crees que lo ves y te ciega tanto que no aprecias las nubes que van detrás a taparlo todo y cuando lo hacen, te cae el chaparrón, y te empapa hasta los huesos. Te nubla, te enfría y te pierde en un laberinto de pensamientos e ideas oscuras, dejandote en un día sombrío y gris.

Casi siempre es igual, la misma piedra en el camino con la que tropiezas una y otra vez aunque creas que no lo volverás a hacer, porque ya la viste y aprendiste esquivarla, pero no, no aprendiste, porque eres como eres y ninguna piedra te va a cambiar. 

Todo pasa por algo, aunque a veces uno no sepa muy bien por que, y por que a ti y siempre igual, acaso no mereces que a veces, solo a veces las cosas sean diferentes y se den bien?, pues no, parece que siempre hay un enano cabrón que decide que no y te pone la misma piedra en el camino, poco importa si cambias de camino, él la lleva a donde tu vas, cruel y maliciosamente para hacerte caer mientras se rie de ti. 

Te levantas y sigues caminando aunque llega un momento en el que caminas sin esperar llegar a ningun lugar.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

LA CHICA DE LA VENTANA

    

    

Cada noche, después de cenar, sentado en su cama, frente a la ventana de su habitación y con la luz apagada, espera a que llegue ella, su vecina, la chica que cada noche aparece en su ventana. La espera pacientemente pero con ganas y deseo, mucho deseo, tiene ganas de verla con ardiente deseo de hacerla suya.  

En su inocente juventud tiene y calla cada día más el creciente deseo de verla, de hablarla y de tocarla. Noche a noche escondido en la oscuridad de su habitación y su vergüenza por estar ahí de fisgón, oculto de ella y de todos, solo iluminado por la luz de la calle, espera a que llegue, espera verla entrar en su habitación, desea que llegue ya, que deje su mochila en la cama y se quite su largo abrigo para ver las curvas de sus pechos ocultos tras la blusa que él ansia quitar.   

Ha llegado, aparece con su larga melena suelta, su interminable abrigo y sus altos zapatos de tacón, llega para comenzar su esperada función, la función que hace solo para él. Sigue su ritual como cada noche al llegar de trabajar, deja caer su abultada mochila a un lado de la cama y poco a poco, casi de cara a la ventana se desabrocha su interminable abrigo, dejando poco a poco asomar sus grandes senos bajo la blusa mientras él no puede ni quiere dejar de mirar. El calor se apodera de él a cada botón que dejaba ver su deseado tesoro, un calor que crece desde dentro con cada botón que desabrocha.   

Cada noche es como la primera noche, nervios, calor y deseo, mucho deseo por verla desnuda. Dejado el abrigo, se quita los zapatos de largo tacón, para luego desabrochar y dejar caer su corta falda dejando a su vista las medias que visten sus largas piernas, a la vista deja sus bragas que apenas escondían su entrepierna y sus bien formadas nalgas que él imaginaba acariciar mientras su pene, despierta y crece duro y abultado bajo el pantalón.   

Boca seca, sudor y nervios recorren su espalda mientras ella continua con su desnudez. Ignorante, o no, la chica de la ventana abre su blusa botón a botón dejando a la luz su cálida piel. A cada paso sus senos asoman para él, se dejan ver tras el fino sujetador que por fin deja caer, muestran sus puntiagudos y carnosos pezones acompañados de un sordo gemido salido de él.  

Al fin desnuda, se dirige a la ducha contigua a la habitación que él oculto en las sombras de su habitación también puede ver. Deja correr el agua de la ducha para que salga tan caliente como está él.  

La observa cada noche, en el incotrolable deseo de poderla acompañar, los dos desnudos, calientes, piel con piel, su pene asoma por el pantalón en el que no aguanta más. Hirviente y duro en su mano que va de arriba a abajo, despacio y en silencio, hambriento de ella, de poderla follar, hambriento de cada parte de su desnudez bajo el agua que la baña caliente, sediento de cada parte que cubre y acaricia la espuma.  

Quiere ser la esponja que acaricia y toca, quiere ser la espuma entre sus pechos y en su entrepierna, quiere ser el agua que recorre y acaricia cada rincón de su cuerpo como si lo hiciera con sus propias manos, sus labios y su lengua, quiere ser ese albornoz envolvente que la seque, que la abraze y la de el calor que ahora siente él.   

Desde la oscuridad, complice de sus deseos, la ve salir de la ducha y volver a su habitación. Aún al calor de su albornoz, saca el móvil de la mochila y lo mira sin prestar atención al pecho que asoma y por el que él saliva excitado. No le presta atención cuando se lo quita y le regala sus curvas desnudas, ignora cuanto la desea noche tras noche, ignora cuando él se masturba pensando en ella antes de dormir, no sabe como se la folla pensando en ella y en sus curvas mientras duerme.

No sabe que todas las noches sueña con la chica de la ventana.

lunes, 11 de septiembre de 2017

PIEL CON PIEL

        No está enamorado de ella, no se ve viviendo juntos en un felices para siempre, ni siquiera es su tipo de mujer, sin embargo siempre que la piensa, siempre que la ve, despierta un gran deseo sexual en él. No la ama pero la desea, ¡cuánto la desea!; desea su piel, sus labios acariciando los suyos, boca con boca buscándose ardientemente mientras la desnuda, y ella a él.

Desea tenerla entre sus brazos, y entre sus piernas también, sentir sus cuerpos desnudos piel con piel, desea su boca, sus labios, su lengua en un intenso y caliente encuentro. Quiere conquistar su suave y calida desnudez, subir a la cima de sus pechos desnudos entre sus manos que los moldean y calientan en incesante roce con él, a la vez que se llena del sabor de sus pezones erectos y duros que lame y muerde ávidamente. Quiere saborearla lentamente, entre caricias y besos mutuos que les haga arder de placer, sueña con recorrer piel con piel sus curvas expuestas a él hasta alcanzar su sexo caliente y húmedo con sus gruesos labios y su lengua que juega con él en una respiración jadeante y silenciosa y volver por su arqueado y entregado cuerpo a sus ardientes y pequeñas montañas y sus pezones juguetones que le atrapan sudorosos y deseosos de follarle bien.

Sus manos bajando hasta donde la espalda pierde su digno nombre mientras el sexo de ambos se unen uno duro, firme y húmedo, muy húmedo, penetrándose suavemente en un vaivén sin fin, perdidos un deseo carnal y pecaminoso de dos corazones acelerados que quieren y desean cada vez más.

Quiere que le tome y le haga suyo, que devore su sexo empalmado una y otra vez, quiere penetrarla y conquistarla hasta el amanecer, piel con piel.