En medio del destino y la casualidad, entre los miedos y las dudas de mil cuestiones y preguntas, ante las direcciones que tomar y en las que me he de adentrar en ese misterioso camino que me atrae sin resistencia y me hace divagar por él; a veces no se si ir a la izquierda o la derecha o tomar un atajo campo a través, no se si ir despacio o ir deprisa. Puedo ser prudente y cauto, ir con calma y dejar que el sol, apoyado en el hombro de la luna o ella en él, me guíe junto con el viento y me indique donde ir. Avanzo entre el miedo y la emoción, y en la mano mi corazón mientras decido que hacer, si entregarlo en parte, entregarlo todo o quedarme con él.
Mientras, me toca esperar y desear que los dos bailemos la misma música y la misma canción, al tiempo que nos abraza la incógnita de saber si el universo con todas sus estrellas sobre nuestras cabezas, conspira en contra o está conmigo, siendo amantes en la extraña melodía del destino o de la casualidad que sin previo aviso y por sorpresa se vino a presentar.
Sentado en mi vagón, pienso que lo mejor sería disfrutar del viaje hasta donde me tenga que llevar, pare donde pare y baje donde me baje, sin pensar, mirando al frente y nada más. Simplemente es que no se si este viaje es mi destino o solo casualidad.
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