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lunes, 30 de septiembre de 2019

UNA MUJER CALVA EN EL ESPEJO

Se levantó a no sabía que hora, temprano pero no mucho, con más sueño y pereza que otra cosa. Fue al baño con los no sabía cuantos kilos de más que le proporcionaba el enorme sueño que aún tenía, era casi como si fuese dormido con los ojos abiertos, se paró frente al espejo, intentando despertarse y empezar el día, se miró, y la pereza que le daba lo que veía en él, no ayudaba mucho. 

Llevaba barba de unos pocos días, no le apetecía afeitarse, eso le daba aún más pereza que todo lo demás, le resultaba un auténtico coñazo, algo bastante tedioso cuando le tocaba hacerlo, y no solo era eso, se miraba y veía el alboroto que tenía sobre su cabeza, el pelo ya le crecía, y lo hacía más rápido y en una cantidad que le pesaba, ese era otro coñazo. Tenía una buena mata de pelo a pesar de haber entrado ya en los cuarenta, y tener que domar y peinar todo ese alboroto tampoco le apetecía mucho, por no decir nada, otro rollo más sumado a la barba, todo pelo que solo daba trabajo, trabajo y nada más, porque tanto con él, como sin él, no era un adonis, no sabía que era mejor, si tener más pelo o menos, pero si sabía una cosa, al menos así lo había decidido en ese momento, querría ser una mujer calva, si calva. 

Se decía frente a su reflejo aún medio dormido que eso sería lo mejor, ser una mujer y calva, así no tendría que afeitarse, ni peinarse, sería un problema que no tendría, ni problema ni gasto. Todo sería más rápido y fácil, e incluso cómodo, así no se pincharía sobre si mismo al dormir de un lado u otro, ni le picaría, ni nada, no habría nada, solo cara y cabeza sin un solo pelo con el que lidiar. Y así se imaginaba frente al espejo, jugaba a verse como una mujer calva, y no es que se viese de maravilla con su cara, no sería una mujer muy guapa, pero si sería una mujer sin nada que afeitar ni que peinar. 

Le gustaba fantasear con ver a una mujer calva en el espejo.

lunes, 23 de septiembre de 2019

UNA CORONA GRANDE PARA UNA REINA PEQUEÑA

     Por esas crueles leyes de la vida, siendo niña, muy niña para algunos, se vio obligada a dar la cara frente a su gran nación, muy grande para ella según algunas bocas, se vio obligada a madurar y crecer casi de un día para otro, a ser mujer.

No se podía negar ni ocultar que tenía cierto miedo y vértigo ante todo lo que estaba sucediendo, y lo que estaba por venir, pero ella, al igual que su antecesor, y quien bien la enseñó, era valiente y osada, era una guerrera rebelde que a pesar de las enormes circunstancias, no se dejaba amilanar.

A pesar de la inocencia que en ella veían los demás, sabía que tendría que librar mil batallas fuera, y sobre todo dentro de su palacio, que muchos veían y querían que fuera de cristal, y a buen seguro mucho harían por conseguirlo. Sabía que de casi nade se podía fiar, carroñeros y leones deseosos de devorarle el poder la rodeaban agazapados esperando poder darle caza en cuanto ella se descuidara. Bien era cierto que no todas eran alimañas, habrían quien la cuidaría y bien la aconsejaría para su buen hacer.

Muchos pensaban que aquel reino, el más grande entre los reinos, era una corona grande para una reina pequeña, y ya maquinaban como ser reyes y reinas bajo su sombra, como dirigirla para hacer esto y aquello, e incluso, ya tan joven, con quien casarla para dominarla, y de paso asegurar un heredero, su heredero, el de todos ellos que resabiados pretendían ser más que ella. Sin embargo, pocos vieron que era un corcel salvaje, a quien no podrían domar, y más pronto que tarde soltó coces y voces, haciéndose grande y tomando su lugar, en un palacio más grande y menos de cristal.

Quisieron implantarle una mano derecha con la que señalar, olvidando que con la izquierda, bien podía azotar a esas moscas cojoneras revoloteantes, dando paso a un todavía joven ministro que se hizo amigo y casi algo más, para envidia y recelo de caras largas y casi sorprendidas. Y hasta en su coronación eligió su canción con la que bailar, y a todas esas hienas, unas ya gordas y viejas, abofetear, demostrando y haciendo ver, que aquel reino de reinos que portaba en su cabeza, no era una corona grande para una reina pequeña.

lunes, 16 de septiembre de 2019

CARTAS DE UNA PÁGINA EN BLANCO

    
        Hacía horas que había anochecido, tantas que pareciera que pasaban el día de noche, habían terminado de cenar, y cada cual había ido a sus últimos quehaceres antes de dormir. La criada, una noche más le subía el último té a la señora, que se encontraba en ese despacho que se había apañado en el piso de arriba, cuando al entrar, se la encontró en el suelo, con un gran charco de sangre bajo su cabeza, y gritó, impresionada, llamando la atención de toda la familia.

Eso fue lo que le contó Bill, el marido de la señora, a la policia, cuando fue cuestionado por lo sucedido. Mientras, la policia se encontraba en el lugar del crimen, inspeccionándolo todo, tratando que no se les escapara ningún detalle de la escena que se encontraron. No estaba todo tan revuelto como pensaban que se lo encontrarían, normalmente, los familiares de las victimas, con los nervios, suelen revolver y tocar cosas, cambiarlas de sitio, al menos eso se comentaban los agentes entre sí. Tan solo vieron bastante lío en la mesa del despacho, que estaba llena de viejas cartas escritas en fránces, y algunas fotos de lo que parecía ser París en la misma época en la que se escribieron.

Entre tanta carta dispersa por toda la mesa, hubo algo que les llamo mucho la atención, un boligrafo con una gran pluma artificial en un extremo, una vieja llave con unas iniciales, muchas postales y fotos de París, lo que hacía pensar que eran recuerdos de toda una vida allí, o al menos buena parte de ella, también había lo que parecía ser una agenda, o un diario igual de antiguo que todo lo demás, abierto casi por la mitad, en dos páginas en blanco, con una foto pillada por un clip a una de ellas, y en medio de estas, parecía que faltase una página, parecía que la hubiesen arrancado. No pudieron evitar preguntarse que tanto contendría esa página, para que suscitase tanto interés como para que la arrancaran, y ¿matar por ella?.

Cada uno de los miembros de la familia, su marido, sus cinco hijos, tres mujeres y dos hombres, además del marido de una de ellas, fue interrogado por separado, y luego en conjunto para confrontar las distintas versiones de cada uno, y sus coartadas que les eliminase como sospechosos. Todos dijeron lo mismo acerca del montón de cartas esparcidas sobre la mesa, parecían ser parte de una pobre herencia que le había dejado su padre, recientemente fallecido, aunque nada pudieron aportar sobre ellas, ya que ninguno conocía su contenido, solo la victima las pudo abrir, y eso lo hizo a solas.

Menos, dijeron saber nada acerca de niguna agenda o diario, decían saber bastante poco acerca de lo que le dejó su padre, de quien apenas habló nunca, algo que les parecía un tanto extraño, tratándose de un familiar, pero no imposible. Tras una larga noche de idas y vueltas, y de preguntar una y otra vez, el inspector a cargo del caso y sus agentes, se hacían varias preguntas que aún quedaban en el aire, ¿todo aquello tenía que ver con la página arrancada?, ¿estaban relacionadas las cartas, con la página que les faltaba?.

Para la policia, hasta que no supieran más, eran cartas de una página en blanco.

lunes, 9 de septiembre de 2019

NUNCA DIGAS QUE NO ME HAS VISTO

             Estaba ahí, lo sabes, a penas unos pocos metros que se contaban con los dedos de una mano nos separaban, y me viste, así que no digas que no. Por capricho del destino, que a veces es así de cabrón, coincidimos en el mismo espacio, el mismo día y a la misma hora. 

Dios, el diablo o no sé quien, quiso que tú, precisamente tú, estuvieras en la presentación, y para rizar el rizo y hacerlo aún peor, en primera fila, para que se te viera bien, para que me vieras bien, sin perder detalle. Y nos vimos, porque era imposible no vernos, no mirarnos estando tan cerca el uno del otro. 

Fue un segundo, poco más, poco menos, tu mirada y la mía se cruzaron en tan pequeño espacio, y tú rápidamente la apartaste fingiendo no haberme visto, haciendo como que no estaba ahí, pero estuve, y nos vimos aunque no quieras, como no quise yo. Me ocupaba de los pequeños y últimos detalles de la presentación, y te vi, y ella te también te vio, que coño, ¡el mundo entero te vio!. Todos sabían que estabas ahí, porque te encanta hacerte notar, te encanta que te vean, eso si, de puertas para afuera, pura fachada todo, y con esa fachada ser el centro de atención, aunque ese día eras puro relleno y nada más, eras un figurante más de una película, mi película, y con el mismo silencio con el que llegaste, te irías, porque ese momento no era para ti. 

Y en ti me quedaría yo, en tu mente, en tus pensamientos y en tus temores ante lo que yo pudiera decir de ti después de haberte visto, porque temes y te importa mucho el que dirán de ti, te importa si hablarán de ese puro envoltorio con el que te muestras al mundo, o de ti dirán la verdad. En cambio tú no quedarás en mi, ya no, ya pasé la página de ese libro que no leeré más, un libro empolvado en ricón que solo está ahí para tirar, regalar, o simplemente para olvidar, en cualquier caso y  de cualquier manera, nunca digas que no me has visto.

lunes, 2 de septiembre de 2019

LA NOVELA FANTASMA DE UN AUTOR INVISIBLE

      Hacía buena tarde, tan buena que decidió que era el momento perfecto que tanto tiempo había estado esperando, era el momento en el que contaría todo lo que tenía en su cabeza y a lo que tantas vueltas le había dado. 

Había pensado en todo mil veces, en cuando contarlo, como hacerlo, y donde. Sabía a donde tenía o al menos donde quería hacerlo llegar, solo le faltaba decidir como, aunque eso casi lo tenía decidido también, como casi todo lo demás. No tenía del todo claro si hacerlo con su nombre real o con un pseudónimo, como tantos otros escritores habían hecho a lo largo de la historia, no sabía si ser uno más, aunque eso no era lo más importante, lo que importaba, si lo sabía. Tenía todos los detalles de principio a fin, tantos que no sabía cuantas páginas pudiera ocupar, y más o menos, sabía en el orden en que los quería contar, lo tenía todo, solo le quedaba hacerlo realidad. 

Así, con todo decidido y, digamos que sobre la mesa, cogió su chaqueta, la cartera, él móvil que no pretendía mirar, un bolígrafo, y un cuaderno casi sin usar y en el que alguna vez tomó notas. Con todo ello salió de casa y bajó hasta la terraza de un bar situada bajo unos soportales, algo retirada de la carretera, allí, en la primera mesa que vio, se sentó de cara a la calle y la vida del barrio, y sin perder de vista a los camareros. Abrió el cuaderno, y sin ponerle título aún, aunque practicamente lo sabía, empezó a escribir, sabiendo como quería dar a conocer su historia; lo haría desde la raíz, desde el principio, empezando por los antecedentes, básicamente, y como si de una serie se tratase, se podría decir que era el capítulo piloto, lo cual daría más sentido a todo lo que vendría después, o al menos así lo veía él. 

A medida que lo hacía, pensaba en como lo mostraría al mundo, a ese mundo desconocido que no le había leído aún y que nada sabía, pensaba en ese pseudónimo que le daría misterio y tal vez suspense a todo, y le hacía sonreír, y sonriendo le pilló la camarera al preguntarle que iba a tomar. Casi no se percató de la vuelta de la camarera cuando le traía su copa, un brandy que le daría otro color y otro aroma a esa tarde medio bohemia y misteriosa en el que las primeras líneas del borrador empezaban a tomar forma.

Según escribía, pensaba en que en ese momento era como si fuese invisible, y se imaginaba como sería todo, en como les hablaría de sonrisas de mentira, les hablaría de complices y de victimas, y en que respuesta tendría todo aquello, pensaba hasta donde llegaría, si es que llegaba a algún lugar, al fin y al cabo, casi ni se le podía considerar escritor novel, pues nadie le conocía, pero como todo, la cuestión era empezar, y él empezó, aunque para el mundo pudiera ser, si le leían, La Novela Fantasma De Un Autor Invisible.