Eso fue lo que le contó Bill, el marido de la señora, a la policia, cuando fue cuestionado por lo sucedido. Mientras, la policia se encontraba en el lugar del crimen, inspeccionándolo todo, tratando que no se les escapara ningún detalle de la escena que se encontraron. No estaba todo tan revuelto como pensaban que se lo encontrarían, normalmente, los familiares de las victimas, con los nervios, suelen revolver y tocar cosas, cambiarlas de sitio, al menos eso se comentaban los agentes entre sí. Tan solo vieron bastante lío en la mesa del despacho, que estaba llena de viejas cartas escritas en fránces, y algunas fotos de lo que parecía ser París en la misma época en la que se escribieron.
Cada uno de los miembros de la familia, su marido, sus cinco hijos, tres mujeres y dos hombres, además del marido de una de ellas, fue interrogado por separado, y luego en conjunto para confrontar las distintas versiones de cada uno, y sus coartadas que les eliminase como sospechosos. Todos dijeron lo mismo acerca del montón de cartas esparcidas sobre la mesa, parecían ser parte de una pobre herencia que le había dejado su padre, recientemente fallecido, aunque nada pudieron aportar sobre ellas, ya que ninguno conocía su contenido, solo la victima las pudo abrir, y eso lo hizo a solas.
Menos, dijeron saber nada acerca de niguna agenda o diario, decían saber bastante poco acerca de lo que le dejó su padre, de quien apenas habló nunca, algo que les parecía un tanto extraño, tratándose de un familiar, pero no imposible. Tras una larga noche de idas y vueltas, y de preguntar una y otra vez, el inspector a cargo del caso y sus agentes, se hacían varias preguntas que aún quedaban en el aire, ¿todo aquello tenía que ver con la página arrancada?, ¿estaban relacionadas las cartas, con la página que les faltaba?.
Para la policia, hasta que no supieran más, eran cartas de una página en blanco.
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