Se levantó a no sabía que hora, temprano pero no mucho, con más sueño y pereza que otra cosa. Fue al baño con los no sabía cuantos kilos de más que le proporcionaba el enorme sueño que aún tenía, era casi como si fuese dormido con los ojos abiertos, se paró frente al espejo, intentando despertarse y empezar el día, se miró, y la pereza que le daba lo que veía en él, no ayudaba mucho.
Llevaba barba de unos pocos días, no le apetecía afeitarse, eso le daba aún más pereza que todo lo demás, le resultaba un auténtico coñazo, algo bastante tedioso cuando le tocaba hacerlo, y no solo era eso, se miraba y veía el alboroto que tenía sobre su cabeza, el pelo ya le crecía, y lo hacía más rápido y en una cantidad que le pesaba, ese era otro coñazo. Tenía una buena mata de pelo a pesar de haber entrado ya en los cuarenta, y tener que domar y peinar todo ese alboroto tampoco le apetecía mucho, por no decir nada, otro rollo más sumado a la barba, todo pelo que solo daba trabajo, trabajo y nada más, porque tanto con él, como sin él, no era un adonis, no sabía que era mejor, si tener más pelo o menos, pero si sabía una cosa, al menos así lo había decidido en ese momento, querría ser una mujer calva, si calva.
Se decía frente a su reflejo aún medio dormido que eso sería lo mejor, ser una mujer y calva, así no tendría que afeitarse, ni peinarse, sería un problema que no tendría, ni problema ni gasto. Todo sería más rápido y fácil, e incluso cómodo, así no se pincharía sobre si mismo al dormir de un lado u otro, ni le picaría, ni nada, no habría nada, solo cara y cabeza sin un solo pelo con el que lidiar. Y así se imaginaba frente al espejo, jugaba a verse como una mujer calva, y no es que se viese de maravilla con su cara, no sería una mujer muy guapa, pero si sería una mujer sin nada que afeitar ni que peinar.
Le gustaba fantasear con ver a una mujer calva en el espejo.
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