Estaban a punto de soltar la bomba, de dejarla caer como un pesado y gigante pedrusco sobre las cabezas de todos ellos, y Antonio, quien siempre estuvo al frente de todo desde el principio, sabía muy bien que pasa cuando destapas la caja de los truenos. Es justo lo que iban a hacer ahora, destaparla y dejar salir todos los truenos que había en ella, y con los truenos, sus consecuencias, que serían muchas e imprivisibles, consecuencias desde lo profesional, lo político e incluso lo personal, porque él y todo su equipo se movía en ese ambiente, entre políticos y gente poderosa que manipulaba y mentía si lo tenía que hacer, gente que daba y quitaba, que hacía favores y los pedía de vuelta, se nutría de todos ellos, y esa vez en la que en ese momento tan tenso iba a hacer tanto daño, había decidido, después de mucho debatir, que iría con todo.
Su diario, era un diario pequeño y humilde, de barrio que se guisaba y se comía su propio trabajo porque no tenía los medios que tienen los grandes y poderosos para poderlo hacer, y aún así, con aquel plato tan gordo, había decidido jugársela y soltar todo lo que sabían y tenían, porque ese era su cometido, por eso llevaba tantos años contando a la gente la realidad de todo lo que a su pequeña redacción llegaba.
Llevaban meses jugándosela con todo ese material, meses e incluso años con algunas de las personas que en él había implicadas. Era un pez pequeño peleando en el océano contra peces enormes que a veces se lo querían comer, y esa vez iba a ponerse en boca de algunos de ellos consciente del peligro real de que de un bocado, o algo peor, le hicieran desaparecer. Se la jugó y aquella madrugada, mientras buena parte de la ciudad dormía, soltó el bombazo, todos aquellos soñadores se encontrarían el petardazo a la mañana siguiente al ir a trabajar, y a partir de ahí, a aguantar el chaparrón, a aguantar todo el enorme ruido que iba a generar y que levantaría una enorme polvareda. Ese día sería lo más parecido a la caída de Pompeya, sería como si
llovieran piedras sobre ellos, sabía que casi con toda seguridad
acabaría con la carrera política de más de una y de uno, había mucha
gente implicada, y no era una implicación menor, en esa caja de Pandora
se hablaba de delitos graves, delitos que implicaban cárcel y en la que
había vidas en juego, la suya y las de los suyos también, porque bien
sabía que se movían entre una mafia oculta, bajo una nube tóxica muy
grande, pero estaban todos dispuestos a dar la cara y afrontar el riesgo, aunque tampoco tenía mucho donde elegir, sus nombres iban en el bombazo, y todo el mundo sabían quienes estaban detrás de las páginas que leían cada día, ahí no valía el anonimato.
La tensión era palpable en él que apenas había dormido, en él y en todos sus compañeros de batalla, pero estaban convencidos de que eso era lo que tenían que hacer y en ningún momento, a pesar de la tensión y los muchísimos debates que habían tenido y discutido mil veces, se echaron para atrás, la conclusión al final siempre era la misma, y con ella tiraron para delante, hasta el final, y ese final había llegado ya, el punto y final a tanto trabajo, y a pesar de todo lo pasado y de todo lo que hubiera que pasar, estaba la satisfacción del deber cumplido, aún sabiendo que pasa cuando destapas la caja de los truenos.
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