Cuántas cosas me han pasado desde que te conocí, cuántas sensaciones y cuántos sentimientos me han desbordado en todo este tiempo, y que rápido ha pasado todo, en apenas unas semanas que me parecen meses y meses que ni alcanzo a recordar.
¡Me haces sentir tanto y con tanta intensidad!, es tanto que cualquier cosa que te diga se queda corta para podértela explicar.
Contigo en mis pensamientos, en mi corazón y en mis entrañas, me siento como si fuera la luna en todas sus fases.
Primero me sentí como la luna nueva, invisible a ti, apenas se habían encontrado tu noche y la mía, y eclipsado por mi pasado, por mis fantasmas que aún, no lo niego, revolotean por mi cielo, hasta que con el paso de los días y de las semanas, ese eclipse ha sido menor, dándome más y más luz que me llegan y me dan calor de los rayos de tu sol.
Con el paso del tiempo, la ley de la gravedad o no se cual, hizo que nos uniésemos más, hasta que tu atmósfera y la mía han sido casi una, haciéndome sentir como la luna creciente, aún con mis sombras pero acrecentando mi luz, mis sensaciones, mis ilusiones, a mi.
Y con el paso del tiempo y de la luz me haces llegar a cuarto creciente, esa luna mitad luz, mitad sombra y oscuridad, esa oscuridad que a veces se empeña ensombrecer esa luz que solo contigo puede iluminar.
Y ahora sueño y deseo, más sé que no lo puedo esperar, que algún día llegue a ser la luna llena, y más aún, ser tu luna llena, todo luz, visible e imponente desde cualquier lugar, porque no quiero ser cuarto menguante, no quiero de nuevo estar en las sombras ni que me gane la oscuridad, una oscuridad que me llevaría casi de buen seguro a ser luna menguante, otra vez oculto entre las sombras de fantasmas ennubleciendo mi cielo.
No quiero ser luna negra, todo oscuridad en la oscuridad, invisible y oculto, y mucho menos oculto a ti.
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