Me gusta pensar que somos amigos, e incluso más que amigos, como esos de las películas, en un mundo mágico lleno de colores, sin problemas ni preocupaciones.
Me gusta pensar que vivimos en un mundo en el que la gente no se habla a voces ni a gritos, ni discute en los bares ni en pasillos que no nos pertenecen ni son nuestros, ni pretende cambiar lo que en el otro considera que es un defecto.
Me gusta pensar que en esta vida no hace falta pedir perdón y que si lo hacemos, lo hacemos sin pensar que volveremos a fallar, que volveremos a hacerlo, y que cada vez que decimos algo, lo decimos de verdad, que somos sinceros.
Me gusta pensar que no importa si llego o llegas con retraso, ni si llevamos una o dos copas de más, porque de cualquier manera estamos bien, estamos disfrutando.
Me gusta pensar que entre nosotros no hay tormentas, y que la gente se da por todo y por nada las gracias, y que lo hace con ganas y con gracia, y que no nos rompemos los corazones a borbotones.
Me gusta pensar que siempre somos y podemos ser nosotros entre nosotros, que nos cuidamos y nos queremos sin reprimirnos, siendo tal cual, siendo nosotros mismos, con nuestra manera de ser y de querer.
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