Como cualquier día desde hace no sabía cuantas décadas, JoJo se encontraba en el jardín de su casa arreglando sus flores y petunias a las que tanto mimaba, saludaba y sonreía a las mismas caras cada vez y seguía con su rutina, inmersa en sus pensamientos.
Ese día, tras tomarse su té mañanero, había decido no leer el periódico, no tenía de seguir las mismas noticias de cada día, no quiso saber nada del politiqueo ni de cualquier mala noticia que en él pudiera leer, y perdida entre sus plantas, ignoraba que su pasado se le acercaba en un coche negro metalizado, guardado en una carpeta color canela, impoluta, como si fuese nueva. Cuando se percató de la cercanía del coche, este se detenía frente a su puerta suavemente, sin mucha estridencia. De él se bajó una mujer de pelo muy negro, y detrás de ella, un hombre de piel pálida, se notaba que no le daba mucho el sol, ambos no tendrían más de cuarenta o cuarenta y pocos años. La mujer, con la carpeta en la mano, se le acercó a ella y de manera educada pero firme, le preguntó si ella era Kelly Thompson, un nombre que hacía años que no escuchaba, un nombre por el que ya nadie la llamaba.
Al principio quiso negarlo, negaba ser ella hasta que la mujer abrió la carpeta y sacó una foto en blanco y negro algo amarilleada por el tiempo de una muchacha que no tendría más de veintipocos años y media melena. Al verla, a JoJo le cambió la cara, era evidente que la mujer sabía que era ella, sabía muy bien a por quien iba, habían dado con ella. Asintió.
Su pasado había vuelto a por ella como cincuenta años después, tal vez más, había pasado tanto tiempo que todas las imágenes y los recuerdos de esa generación que pudiera haber, eran en blanco y negro, y eso suponiendo que quedase alguno. Había llegado el momento en el que tenía que pagar las cuentas que creía haber dejado atrás, perdidas en el tiempo, como si el mar se las hubiese llevado, sin pensar ni contar con que ese mismo mar tarde o temprano te devuelve todo lo que en él arrojas. JoJo miró a su casa diciéndose a si misma que sabía que este día llegaría tarde o temprano, aunque con los años, a su avanzada edad, tal vez ya no le tocaría rendir cuentas ante nadie de su pasado, eso pensaba cada vez con más frecuencia y más convencida de ello, sin embargo no era así. Sus fantasmas, como los de cualquier otro habían vuelto a por ella, y por ellos ahora tenía que dar muchas explicaciones de cuanto había hecho en su momento, a espaldas de todo un país que apenas tenía conciencia de ella.
Sin coger nada, nada más que con lo que llevaba puesto, acompañó a la pareja al coche sin poner resistencia alguna a su destino. Su vieja y arrugada cara había cambiado, ya no era JoJo, volvía a ser la joven Kelly Thompson de hace medio siglo que creía haber dejado perdida y olvidada en el tiempo. Se subió al coche, se abrochó el cinturón al tiempo que le cerraban la puerta, y en silencio, desapareciendo en aquel coche negro metalizado, calle arriba, se dejó llevar hasta su pasado perdido y olvidado.
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