Acabada la velada, salía con su gente, sus colegas, sus hermanos, una noche de copas les esperaba en el club, tal vez unas risas, unos bailes y unas rimas como solo él las hacía, pero todo se truncó, se torció en el camino entre las luces de neón que les acompañaban en el camino.
Iba todo bien, gente que le veía, el saludaba o le fotografiaba, era todo muy guay, y de un momento a otro, en un semáforo que le daba aún más luz a la vieja ciudad del juego, se hizo el ruido y la confusión, sonaban como cañones que nadie sabía de donde venían, cristales rotos y cañonazos que se sentían como agujas penetrando en su interior, sangre. Nadie sabía de donde llegaron ni por donde se fueron, en la noche en la que todo sería fiesta, aquellas luces se volvieron oscuras, y nadie supo quien ni por que, simplemente ocurrió.
Y aún hoy se sigue sin saber quien, no hay nombres, ni responsables, solo rumores sin probar, solo silencio y humo para tapar el camino, ruido para desviar la atención, y no pasa nada, y probablemente nunca llegue a pasar, probablemente nadie lo llegue a pagar. Aunque para muchos de nosotros sigas vivo, seas inmortal y eterno, no te olvidamos Tupac Amaru Shakur.
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