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lunes, 27 de mayo de 2019

COSAS QUE SE CUENTAN ENTRE VINO Y VINO EN UN AVIÓN

    Como cada mañana, llego con mi pequeño pero intenso café, enciendo el ordenador, y cuando ya por fin, tras mil horas y un rato más, ha cargado y puedo trabajar con él, abro el correo, y tengo un inesperado e-mail de ella, de quien no sabía hacía tiempo y hoy por sorpresa se acordó de mi, y esto fue lo que me escribió: 

"¡¡¡Hola, buenos días desde el aire!!!, después de tanto tiempo sin escribirte, decidí hacerlo hoy, porque hace días que me acordé de ti, y hoy por fin me he decido. ¿Por donde empiezo a contarte?, he mandado todo a la mierda, mucho mierdodrama, mucha teoría de relaciones disfuncionales, muchos miedos y temores, y recuerdos de burdos y efímeros amores de verano. Pero mejor te cuento algo que me pasó al comienzo de este viaje en este pasillo que llaman avión. 

La semana fue para olvidar, casi mejor no contarte. Mucho trabajo en el que todo se fue al carajo, mucho lío de casa en casa, y mi vida siendo la máxima expresión del más absoluto caos, me faltaban días en la semana, y horas en el día, una relación sexual para olvidar, y mucha mala baba. Hoy llegué a este aeropuerto perdido de la mano de Dios, con mis maletas, que más que rodando, las llevaba arrastrando como sacos llenos de muertos, problemas en un control lento, el avión que sin mi quería decir adiós, y con el maldito estómago rugiendo como un león. Luego tocó hacer escála en medio de ninguna parte, cambiar de avión, y más maletas arrastrando. Y otro avión con más gente que asientos, y cargar las maletas en los maleteros o en cualquier hueco, Por suerte no todo es malo y un tipo se ofreció a ayudarme con la puta maleta, gracias a Dios, o al señor, o que sé yo. Me senté, resoplé por no cagarme en la madre que a alguno parió, y me desconecté con mi música, cerrando los ojos, esperando despegar ya y estar bien arriba para no ver más mierda. 

Echaron una película que me sonó a chino, y una azafata con su mejor cara, nos ofreció picoteo, y picoteé, me tome un vino, al tiempo que tipo que me ayudó con la maleta y que se sentó a mi lado, me miró raro, como si no pegara el picoteo con el vino, o no fuera la hora de tomarlo. Al rato me tomé otro, puede que me quisiera emborrachar, el caso es que él me miro igual de raro, o de mal. Le dije que se pidiera otro para él, y se rió como diciendo, -¡que coño!, ¿por qué no?-. 

Me pidió perdón, diciendo que no pretendía molestar, se calló, y al rato, como aburrido, me dijo que podríamos ir hablando, que el viaje sería largo. Le dije que con el tercero, hablaríamos. Se volvió a reir, y me hizo sonreir a mi, bueno no sé si fue él o el vino que me iba relajando y soltando. Parecía majo, como cuarentón, aunque con los vinos ya no le veía tan mayor, le veía casi guapo, ¡jaja!. 

Hablamos de donde veníamos, por que viajabamos..., de nuestros aburridos trabajos, aunque no sé por que, los trabajos ajenos, siempre nos parecen más interesantes que lo nuestros. Hablamos de cine también, y medio de todo eso me pregunta si estoy con alguien, ¿novio? ¿what?, me reí y callé, y viendo que no respondería eso, me habló de él, como esperando o intentando que luego yo le hablase de mi. 

¡Me habló de su ex!, ¿quién habla de su ex cuando quiere ligar?, alguien como él claro, y lo hizo. Me habló de ella y de sus hijos, y de que ahora no sabía que hacer consigo mismo, ¿que soy?, ¿su psicóloga?. Bueno, viendo el panorama y para que no me llorase en el hombro, eso ya lo hago yo, le hablé de mi, y le dije que estar soltero era lo mejor, y me miró raro, otra vez, igual pensaba que lo decía porque se me subieron los vinos, pero ¡no!, se me subió él, y no como me gustaría, sino por su sopor de ex. 

Como no me entendía, y casi ni yo a él, vimos más de la peli esa que sonaba a chino y nos pedimos unas copas, estabamos como de celebración y las copas para él eran más normales que el vino. Luego hablamos de sitios donde habíamos estado. Y a la que me levanto para ir al baño, él viene detrás, que casualidad, ¿también quería mear?. Viendo que iba para nada, creí oirle volver al asiento, y el resto del viaje lo pasamos durmiendo. 

Aterrizamos y ya cada uno con lo suyo, él sus maletas y yo mis muertos, nos fuimos cada uno por su lado. Me tentó mucho darle mi número y escribirnos, pero me dije que más lios no, y volví a mi estrés y mi falta de tiempo para todo, y ahora en otro avión, con mis muertos y otro tipo a mi lado, pensé en ti. Tenemos que vernos a la que aterrice en Madrid". 

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