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lunes, 11 de marzo de 2019

DE MADRUGADA

      De madrugada, casi amaneciendo, caminaba con calma, casi sin pisar el suelo, aquellos tacones de aguja, y tras una larga noche, se le hacían largos. Tenía toda la calle para ella, una calle silenciosa y vacía, como sin poner aún. Los demás ya se habían ido hace rato, dejándola sola y con frío, solo acompañada del cansancio que la empujaba a querer llegar cuanto antes a su casa, y a su cama. Solo escuchaba el golpeteo de sus tacones sobre las calles empedradas y que por momentos casi la hacen caer, y preguntándose porque coño los lleva. 

Una voz rompe el silencio, y el repicar de sus tacones, haciéndole frenar en seco y preguntarse de donde viene la voz, al tiempo que la busca. La voz, borracha y con medio cigarro en la mano, estaba sentada en un banco, con la chaqueta sin poner a pesar el frío. Ella no le había visto, no se percató de sus presencia, aún habiéndole llegado el olor a tabaco. No respondió, se dio la vuelta y caminó con un paso más ligero, esperando dejarle atrás. La voz borracha, se levantó y la empezó a seguir, al tiempo que pregunta que a donde va con tanta prisa. 

Ella, nerviosa, coge el móvil para llamar, y la voz pregunta que a quien va a llamar. Marca el primer número de la lista, suena un primer tono a la vez que ella espera que respondan ya, en la espera la voz borracha la alcanza poniéndole la mano en el hombro, ella se da la vuelta y grita, y del miedo el teléfono se le cae, no le da tiempo a oír ninguna respuesta del otro lado. Llevada por el miedo, y sin pensar, le da una sonora bofetada a la voz, haciéndole tambalear, le grita y le insulta, llenando con su miedo el silencio de la noche. Camina como puede hacia atrás, pidiendo que la deje en paz, dejándose el móvil tirado. 

La voz, que logra no caerse, avanza hacia ella. Algunas luces se encienden, y alguien, alarmado por la mujer, sale de un portal, la voz no se percata, no lo ve, y ese alguien que no sabe quien es, le empuja, facilmente le hace caer. Coge el móvil y se lo da, interponiéndose entre ella y la voz, a la que no deja levantar del suelo. Ella no sabe que decir, no puede contestar, solo mira con la respiración casi ahogada, hasta que consigue respirar y dar las gracias, a la vez que la dice que es peligroso ir sola por esas calles, y de madrugada.

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