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jueves, 5 de abril de 2018

MUJER DE NADIE

   Saliste del baño envuelta en una fina toalla de la que debajo todo se te adivinaba toda mojada, y yo seguía en la cama con la respiración aún agitada por aquel despertar, y por la excitación que me provocó y todavía me provocaba el haber calentado a alguien como tú, alguien con la que tanto soñaba, lo que me llevaba a tener una nueva erección, aumentando mi calor; mi mente perversa me hizo levantarme y pensar que estando solos, podría follarte otra vez. 

Te escuchaba canturrear una canción mientras te arreglabas, hasta que tu voz se detuvo, no cantabas, hablabas, respondías al teléfono, era él reclamandote que no le hubieras llamado; en ese instante volví a volar, y mi lujuria me hizo salir en plena erección, pensando en pillarte por sorpresa mientras seguías hablando con él, con ese pobre idiota que mientras vocifera y te reclama, ignora que no le llamabas porque me follabas. 

Verte ahí medio mientras vestías lo que yo desnudaría, con tus insinuantes curvas más cachondo me ponías, más me excitaba pensar en la idea de penetrarte mientras discutís por una llamada. 

Me acercaba a ti, sin ruido que me delatara ni te delatara en aquella llamada, medio desnudo, descalzo y erecto me pegué a ti llenando mis manos con tus firmes pechos, haciéndote dar un brinco y un sordo grito con el que casi dejas caer el teléfono al notarme erecto entre tus calientes glúteos que no se me escaban debajo de aquella falda; a él se le oía preguntar si te pasaba algo, a lo que tú le respondiste que no, que casi tiras un jarrón que no tengo. 

Te diste la vuelta sonrojada, mirándome con cara de no me provoques, haciendo que te quisiera penetrar con más intensidad mientras te levantaba la falda y te descolocaba la blusa. 

Y no me pude aguantar, te quería volver a follar, y sobre el mueble, ahí sentada te penetré, e intentabas que no se notara que te gustaba, que te excitaba y que querías más, y te di más, te la metí hasta que sin querer cortaste la llamada, soltaste el teléfono y te aferraste más a mi, y querías más de mi calor, y yo del tuyo, de tus pechos y de tus pezones duros, erectos y calientes que casi no aguantaban ese corazón latente que galopaba y ardía. 

Y así, atrapado entre tus piernas, mujer de nadie, fuiste mía.

2 comentarios:

  1. María González Cotrina17 de abril de 2018, 14:38

    Mola, nunca te había visto de ese modo

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    1. Y ahora que me has visto, ¿qué te parece?. Tengo más relatos de este tipo en el blog, y más que haré. Tiempo al tiempo.

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