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martes, 27 de marzo de 2018

NO HAY PERDÓN NI DIOS QUE PERDONE

    No hay perdón ni Dios que perdone haber sido tan canalla al haber traicionado tan santa confianza, ni amistad tan blanca de un corazón tan noble y puro que no se merece. 

No hay disculpa para tan grande error ni tanta culpa, y con razón ese corazón quiere y debe marchar, porque nadie supo darle tranquilidad, ni el valor que él si da a los demás cuando inmerecidamente decide perdonar, porque no se supo cuidar tan grande corazón por el que ni se merece el perdón de Dios.

Con la boca llena le regala los oídos de un te quiero que si bien sincero y real viene siendo, como se merece no se lo demuestra, y por ello se fustiga y se flagela y hasta en medio de lágrimas en silencio el sueño pierde, porque soñar no merece, y menos soñar con semejante alma que no supo cuidar y que en él no merece confiar.

Y aún con su inmerecido perdón de grandísimo corazón y no se sabe si el de Dios, desde luego él no se puede perdonar, no hay castigo hacia ese que se dice amigo, porque nada va a cambiar, porque lo hecho, hecho está y nada ese gran error lo va a reparar; solo puede y en la obligación se ve de pedir sin recibir un perdón que ni siquiera sabe si algún día se llegue él mismo a dar ni a ganar.

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