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domingo, 14 de marzo de 2021

UN DIA GRIS PLOMIZO

El día era gris plomizo y algo frío, de su boca salía aquel vapor producido por el intenso frío que hacía ahí fuera y que apenas llegaba a los cinco grados, aunque la sensación era de bastante menos. Las calles que debía recorrer hasta llegar a su casa aún hacían parecer ese cielo, aún más frío y gris. Estas eran estrechas, con unas aceras aún más estrechas y ridículas por las que apenas si podía caminar una persona sin salirse de ellas, con unos edificios de más de siete pisos que se imponían en el espacio, algunos con mas de cien años sobre sus cimientos, y de los cuales, sobresalían aproximadamente un  metro de la fachada, unos pequeños balcones con barandillas de hierro carcomidas por el oxido y un suelo nada fiable. Todo ese conjunto viejo, contribuía, a que no entrará apenas un resquicio de luz en sus calles, aunque en el cielo luciese un sol radiante. No era ese el caso, ese día el sol decidió tomarse un descanso y no regalarle ni uno solo de sus rayos que aliviasen aunque solo fuese un poco, tan gélido día. Solo dos farolas, con aquelllas pantallas que debían aumentar la luminosidad de las lamparas, harto desgastadas, iluminaban en parte algunas zonas, mientras que en otras contribuían a alargar las sombras dándoles un aspecto fantasmagórico a sus calles.

El día no había sido muy bueno, aunque la rutina de su trabajo casi nunca le permitía que lo fuese. A pesar de ello intentaba poner buena cara a todo y a todos, procuraba no quejarse, al menos no abiertamente, al fin y al cabo todos en su trabajo pasaban por la misma rutina infumable casi cada día, todos estaban en el mismo entorno gris y cargado de todo lo negativo que pudiera haber, y por eso, que llegase la hora de salir y poder respirar un poco de aire, aunque no fuese puro, era todo un alivio para cualquiera de ellos, y agradecían al menos un rayo de sol les diese en los ojos, después de tanta oscuridad y luz artificial. Aquel no era el mejor día para eso, y se tuvo que conformar con poder respirar el aire que enfríaba sus fosas nasales, aún así no protestaba ni para sí mismo, agradecíaa poder respirar un aire diferente, estar en otro ambiente y escuchar el ruido de la calle, los coches que iban y venían con las mismas ganas que él de llegar a su casa, o al menos eso suponía. Agradecía escuchar a la chavalería que salía un rato a jugar y respirar después de las clases, disfrutaba viendo a la gente que se daba un respiro tomando un café en las terrazas y en los bares, aunque le ignorasen y siguieran hablando de sus cosas. Veía como algunos comercios y negocios echaban el cierre o daban las últimas pinceladas a su día de trabajo antes de salir, todo lo hacía en un recorrido que hacía sin prisa, caminando tomando con gusto cada sorbo de cuanto le rodeaba. Casi se olvidaba del resto del día que había tenido, y eso le relajaba lo suficiente para sentirse moderadamente descansado. 

Saludaba y sonreía a cuanto conocido se encontraba, con alguno charlaba un rato, y evitando hablar sobre él y su día gris, preguntaba - ¿como te va?,  o decía, - a ver si un día tomamos un café. Aquello a veces le permitía hablar de otros temas y casi no hablar de sí mismo y sus cosas, y no lo hacía porque le molestase hablar de él, lo hacía por no contagiar a los demás de la nube gris que a veces le acompañaba suspendida sobre su cabeza, y si lo hacía, no daba muchos detalles, o al menos procuraba no hacerlo, aunque a veces, y sin pretenderlo, la perspectiva de otra persona, la visión que tenían otros desde fuera sobre esto o aquello, le venía bien para ver las cosas con más claridad, a veces era ese rayo de sol que tanto buscaba y que ese día no tenía. Seguía su camino y en lo que lo recorría, pensaba esas cosas que se encontraba yendo a casa, en lo que le contaban y se distraía con eso, apaciguaba su espiritu y en ocasiones casia le hacían sonreír. Con todo ello parecía liberarse de una carga o de un peso, era como quitarse una mochila o un pesado abrigo, y casi sentía llegar más ligero a su casa y descansar mejor. 

Ya en su casa, se relajaba, se olvidaba de cuanto pasaba en el exterior y se entregaba a disfrutar de una buena y apacible cena, antes de relajarse en su viejo pero calentito butacón donde a veces se quedaba dormido con la televisión puesta. Podía despertarse a media noche, pero no le importaba, aún era de noche, no tenía que ir a trabajar, todavía no, y por ello se sentía en paz, se iba a la cama y en cuanto allí entraba de nuevo en calor, se dormía profundamente, se entregaba a sus sueños como un niño, y dejaba atrás un día gris, casi gris oscuro.

2 comentarios:

  1. Me ha transportado inequívocamente a esa atmósfera. O sea, me transmitió cada detalle. Buena entrada, felicidades!!!

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    1. Que bueno saber que en unas cuantas líneas transmito tantas sensaciones. Muchísimas gracias por tu comentario.

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