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jueves, 18 de marzo de 2021

DESPERTAR EN OTRO TIEMPO


Lo primero que vi al despertar de la criogenización fueron las caras envejecidas de los doctores que me congelaron hasta dar con la cura de aquella enfermedad rara y desconocida, una enfermedad sin nombre que me consumía por dentro, dejándome sin fuerza y provocándome pequeños fallos multiorgánicos, difíciles de controlar. ¿Cuánto tiempo había permanecido en ese estado?, no les recordaba así de viejos, y no es que tuvieran aspecto de jubilarse, pero claramente se veían más mayores de lo que les recordaba. Algunos ya echaban canas y alguna arruguilla, y tenían la cara más regordeta, propia de haber cumplido unos cuantos años desde la última vez que los vi, aunque me costó verles bien, pues al despertar lo veía todo borroso y francamente, en un principio ni siquiera sabía donde estaba, era como despertar de una borrachera. Lo primero que sintí fueron las típicas náuseas, el dolor de cabeza y la debilidad física, probablemente de haber estado tanto tiempo inmovil, y lo primero que hice en cuanto pude andar, más o menos fue vomitar en una pila cercana, era como estar de resaca.

- ¿Qué hora es?, pregunté. - ¿Y qué día?. Eran más de las 12 del mediodia, pero eso no era lo importante, ni siquiera el día en el que nos encontrabamos, 18 de Enero, lo importante era el año. Era el año 2040, habían pasado casi ¡20 años! desde la congelación, por eso los médicos se veían más viejos, alguno ya sería cincuentón. Había perdido casi 20 años de mi vida, o quizá simplemente quedaron congelados para no perder la vida, eran casi dos décadasapartado del mundo, de la familia y amigos. Me bebí de un trago el zumo de naranja que siempre daban a los descriogenizados, un zumo nada currado, de cartón o bote, daba igual, tenían el mismo sabor a químico que cualquier medicina que me podían dar, me vestí con el pijama de la clínica. Me dieron malas noticias, muertes de familiares y conocidos, algo normal si tenía en cuenta el tiempo que había permanecido en ese estado, la vida continuó sin mi todo ese tiempo. 

La clínica contaba con varias secciones y departamentos de invesitgación repartidos en los 4 bloques de planta baja y 3 torres bastante imponentes. En todos ellos había especialistas de todo tipo y todos los lugares del mundo. Todo ello pertenecía a un proyecto experimental del gobierno sobre enfermedades raras y pandemias. Entre esos proyectos, estaba yo, un proyecto bajo invesitgación durante casi 20 años, y que ahora, si me habían despertado, parecía haber encontrado una posible cura. Imagino que no sería el único individuo en esas lides, aunque allí, de momento, no conocía a nadie más.

Aunque tenían mi nombre en mi historial, hablando entre ellos se referían a mi como el paciente número 03-21, un paciente o cliente que más bien parecía un habitante empadronado en aquel lugar. Las enfermeras me hablaban como si me conocieran de toda la vida, bueno, la verdad es que casi se podía considerar así, dadas las circunstancias. Los celadores habían oído hablar mucho de mi, como de algo había de que hablar y yo llevaba tanto tiempo en aquel lugar, en más de una ocasión había sido tema de conversación. Ellos estaban muy habituados a mi, pero yo me sentía un raro en ese sitio desconocido y entre extraños.

Una vez que estuve aceptablemente espabilado y centrado, me llevaron por un frío y pálido pasillo, sentado en una silla de ruedas, a una sala bastante grande que parecía separada por sectores. Por un lado parecía ser una consulta en la que de hecho me esperaban un par de médicos, por otros lados, parecía una sala de pruebas o curas, donde en cada lugar, me esperaban para hacerme algo. Al entrar en la sala, que no era más cálida que el pasillo, me dejaron en lo que parecía ser la consulta, frente a los médicos que parecían leer mi historial y chismorrear sobre él, me miraron y uno de ellos se dirigió a mi, preguntandome que tal estaba. ¿Cómo podía estar?, - raro, no sé muy bien que está pasando,- respondí.- Lo que pasa es que hemos encontrado un posible cura para ti, un tratamiento que podría funcionar -. Al rato me encontraba en una mesa camilla, enganchado a una máquina por vía intravenosa que me sacaba la sangre, la limpiaba y volvía a mis venas, tras esa parte que duraba un buen rato, por la misma vía me metían una especie de suero que se supone que mataría al bicho que me consumía por dentro. No sé si era cosa mía pero con ese liquido en mis venas me parecía notar un sabor extraño en la boca, un sabor entre dulce y ácido, a saber que mejunje me estaban metiendo casi literalmente entre pecho y espalda.

El tratamiento estaba en fase experimental aquí, en Suiza parecía haber funcionado o al menos haber dado ya buenos resultados en casos similares o parecidos al mío, así que tras varios ensayos, decidieron probar conmigo como si fuera un ratón. Bueno, no tenía nada que perder y si mucho que ganar, ¿no?. Me dejé hacer y llevar como un muñeco en sus manos, durante semanas, y funcionase o no, yo me sentía mejor, eso creía, y durante el tratamiento me ponía, más o menos al día de como estaba el mundo, ese nuevo mundo para mi, era todo tan raro que casi me sentía en una película futurista, tanto que a veces me parecía irreal. Parecía un extraterrestre venido de otro planeta, y en cierto modo lo era, me había dormido en un mundo diferente al que desperté. Al menos, con el tiempo, no me sentía un extraño allí, ni entre la gente a la que fui conociendo y casi intimando. Todo era raro, casi de fantasía, digno de un libro de ciencia ficción, fue como despertar en otro tiempo.

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4 comentarios:

  1. Qué bárbaras tus burbujas mentales Manu, buenísimo. Gracias!

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  2. Todo va bien si después del tratamiento no amaneces con la cara de color amarillo limón.

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