Llegando a Madrid empezó a recoger sus cosas para no perder tiempo en la salida, no es que tuviese muchas ganas de llegar, más bien quería volver con sus amigas, porque el tiempo que estuvo con ellas se le pasó rápido y le supo a poco. Con los bártulos mano, cogió el móvil para llamar a su padre de que no tardaría mucho en llegar a la estación. Por suerte tenía buena cobertura y no tardó en dar señal. Dos o tres toques y al otro lado del teléfono ya escuchaba la voz de su padre.
- Hola Laura, ¿por donde vas?, ¿estás llegando?.-
- Si papá, en unos 15 minutos estoy allí.-
En lo que respondía su padre, el tren quedó envuelto por la casi total oscuridad de un túnel poco iluminado y sombrío donde perdió cobertura y la señal se entrecortaba, a penas le entendía y lo que le oía sonaba como enlatado. Ella no quería alzar la voz en el silencio del vagón por no dar la nota, pero la tentación casi la ganaba. Escuchaba a los otros pasajeros que se movían y se levantaban, algunos estaban en su misma situación, teléfono en mano y sin poder oír, ella no escuchaba nada, y veía poco. El tren parecía coger velocidad y no parar, no se veía luz al final del túnel, la oscuridad se los tragaba. Al otro lado su padre que tampoco la escuchaba, la hablaba y la preguntaba...
- Hija, ¿estás ahí?, ¿Laura?. ¡No te oigo!.
La señal se cortó, no la volvió a escuchar más. Intranquilo, llegó a la estación, buscó su tren y salió al andén a esperarla. El tren no llegó, nadie tenia noticias de él, perdieron toda señal con él. Y Laura no estaba en el andén. La oscuridad se la tragó, quedando atrapados en el túnel.
Desentrañar semejante desaparición requiere la presencia de los X-Men o los Vengadores.
ResponderEliminarO de ambos.
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