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viernes, 27 de noviembre de 2020

ENTRE TUS PÁGINAS

Hoy me acordé de ti, de cuando te conocí, me acordé de ese pequeño tiempo que pasamos juntos y en el que entre los dos no pasó nada, aunque ganas no me faltaron. Hoy me acordé de tu libro, aquel que me regalaste sin especial motivo, pero que no tardé en leer porque leerlo era leerte a tí, era saber más de ti, y quería saber de ti, tenía ganas de tí. Hacía tiempo que no lo leía, hacía tiempo que lo dejé ahí, cerca de mi y no lo toqué, quizá porque no quería aferrarme a una historia que si entonces no pudo ser, ahora menos, y tenía que pasar la página. Creo que esta noche, después de tanto tiempo, lo volveré a leer, quizá para leerte a ti otra vez, lo volveré a leer para revivir tus recuerdos. 

Buscaré entre tus páginas el consuelo de tu recuerdo con el que olvidar los pensamientos que me embriagan desde la mañana. La idea de que esos tiempos tan efímeros no volverán, me entristecen y me llevan a una profunda nostalgia gris, gris como el día, una nostalgia lluviosa y encapotada de nubarrones que nos tapan el sol. Supongo que nos aferramos al pasado, ese que siempre nos parece un tiempo mejor que el que vivímos, y por momentos nos cuesta pasar la página, quedándonos anclados en el mismo capítulo una y otra vez. A veces pienso que he cambiado, que me volví más frío y que ya no miro atrás, que ya no pienso en el pasado, aunque realmente no lo dejo de rememorar una y otra vez, y en él estás tú, vuelves una vez tras otra. Sin embargo, todo esto es solo eso, pasado, un pasado que ya no volverá, porque ni tú ni yo estamos ahí, apenas nos volvímos a reencontrar una vez, y después cada cual siguió su camino, un camino que cada día nos ha ido separando más y más. 

Tú te fuiste a una isla de ensueño y con la que todos soñamos alguna vez, y allí encontraste el amor que no encontraste en mi, o te lo llevaste contigo, y lo sembraste recogiendo su fruto, un fruto que yo no te habría podido dar, o tal vez si, nunca lo sabremos. ¿Y yo?, yo sigo aquí, donde me dejaste, donde nos dejamos de ver porque así había de ser, porque, aunque conectamos muy bien, ni tú eras para mi, ni yo era para tí a pesar de que en ese momento de la vida y por capricho del destino, coincidieramos en ese momento. 

No creo que tú busques entre mis páginas, bastante tendrás con las tuyas, probablemente ni siquiera pienses en mi, aunque seguro que me recuerdas. Es lógico, ahora no soy más que ese libro que ves solo de paso y devuelves a su sitio, y en ese sitio me quedo, leyendo el tuyo, leyéndote a tí, y recordándote, porque las historias bonitas, nunca se olvidan.


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