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lunes, 22 de julio de 2019

LA PICADURA DE LA MUJER ARAÑA

     Se despertó pensando en ella con una sonrisa, pensando en como era posible que alguien a quien no conocía de nada, hubiese calado tanto en su interior. 

Realmente, aquella mujer no era para tanto, una de tantas a las que había conocido o podría conocer, probablemente tendría una vida como la pudiera tener casi cualquiera, sin embargo algo le había enganchado a ella, tanto que la llamaba "la mujer araña", porque sentía que estaba en su tela de araña, como si de una trampa se tratase, y sin poder escapar, notaba "la picadura de la mujer araña"

Siendo ella de lo más normal, al menos en apariencia, al mismo tiempo tenía un gran magnetismo, como si de un imán se tratase. Tenía carisma y presencia, casi sin hacer nada, ni proponérselo, atraía la atención de cuanto se encontrase a su alrededor, tenía una personalidad casi desbordante, con su luz propia, una luz que en pocas personas podía encontrar, y en ella la encontró, sin tan siquiera haberla buscado. 

La verdad es que no buscaba nada con nadie, estaba en un momento en que no lo necesitaba, ni siquiera con ella lo buscaba, pero tampoco lo rehuía, y si surgía, tampoco se lo tomaría muy en serio, más bien como algo pasajero, sin embargo, le gustaba ese juego de atracción con ella, le hacía sonreír como hacía tiempo que no sonreía, así que, decidió dejarse llevar por él, y si algo en algún momento, no le gustase, dejaría de jugar. En cierto modo quería sentirse sin salida en esa tela de araña, o le gustaba, sentía que ella, más que brazos, tenia patas, como la araña, y sentía que cada una de ellas no dejaban que se fuera, ni se alejara. Parecía incluso que de sus ojos salieran patas, con aquella mirada tan penetrante, y que miraban fijamente, atrapando a su objetivo. Era una mirada dura, casi impertinente, medio chulesca y maliciosa. Y todo eso en su conjunto, la hacían muy atractiva. 

Todo en ella era atractivo, e incluso diría que tenía cierto aire a Angelina Jolie, le atraían sus poses, su voz, probablemente ella misma pensase, y hasta supiera que tenía y dominaba el mundo en su mano, en una sola mano, como si todo, y todos, fuesen infinitamente pequeños, y tal vez, con ella y para ella, todo fuese así. 

Así era, y tal poder tenía, la mujer araña.

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