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lunes, 10 de junio de 2019

UN DIA DE MIERDA EN LA OFICINA

     Un día de mierda en la oficina, así se puede resumir ese día en pocas palabras, y no era Lunes. 

Llegó como cualquier otro día, sin esperar nada nuevo, más bien esperando la rutina casi tediosa de cada día, con los problemas de mierda de siempre, aunque le cansaban tanto esos o algunos de esos problemas que decidió intentar ponerles fin. El puto navegador tardaba siglos en iniciarse, no arrancaba nunca, así que decidió buscar como solucionar el problema y seguir los pasos para solucionarlo, mala idea sería esa, al menos por una parte. Sería y fue buena porque al menos entonces pareció arrancarle bien, pero mala porque sin pensar en las consecuencias, había perdido páginas y contraseñas usaba a diario. 

¿Qué pasó?, que restableció el navegador del modo en el que venía predeterminado, como si se lo hubiesen puesto sin usar, y eso le hizo perder todo, mala cosa. Recuperar las contraseñas de los correos, de las cuentas de las redes sociales, sus páginas, gran trabajo el que tenía. ¿Por qué todo tiene que ir con contraseñas?, aquello era una puta locura.

Normalmente solía usar la misma para casi todo, mala idea dicen, pero no era una contraseña sencilla ni normal, mucho había que elucubrar para dar con ella, pero no todo tenía la misma, ni el mismo nombre de usuario, obviamente, y dar con todo aquello, venía a ser un coñazo superlativo, que le iba a dar muchos problemas, y le haría cagarse en todo lo que uno pueda imaginar. Se marcó muchos Willy Toledo, no sé si me explico, aunque creo que me entiendes, todo aquello ponía de los nervios casi a cualquiera, más de una puñetera hora para recuperar parte de lo que tenía, porque no dio con todo, aunque si con la mayor parte, y posiblemente la más importante. 

Acabó hasta las pelotas, tanto que cuando ya no podía hacer más por recuperar lo aún perdido, y tampoco tenía ganas, decidió marcharse a casa y dejarlo para el día siguiente, si es que tenía ganas de seguir, desde luego en aquel momento no, ni puta gana, porque si seguía podía mandarlo todo y a todos a una grandísima y pestilente mierda, así que, se fue a casa a escuchar música y olvidarse de todo, y acabar así un día de mierda en la oficina.

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