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lunes, 24 de junio de 2019

LA MUJER DETRÁS DE LAS LETRAS

       Llevaba tantos años viviendo casi los mismos días, casi con la misma rutina, que ya lo hacía todo de manera automática, como si fuera un robot, ya se había acostumbrado a ello, tanto que casi le daba igual. 

Todos le felicitaban a él, le daban palmaditas en la espalda, y le decían lo bueno que era, un genio decían, alababan sus letras, y sus versos, pura poesía decían, mientras ella siempre estaba ahí, a la sombra, sin hacer ruido y poniendo buena cara cuando, de tarde en tarde, la veían. Guardaba silencio, se callaba lo que solo ella, y él, sabían, y sin decir palabra, lo pensaba mientras les miraba y sonreía. Ella era quien realmente escribía, era la mujer detrás de las letras

Casi desde que se conocieron, se abrieron el uno al otro, y casi desde entonces, él le dio a leer sus páginas, y ella, apremiada por él, opinaba, y él tomaba nota de todo lo que decía, hasta que sobre la marcha ella le corregía, y él reescribía, y a veces, con el tiempo cada vez más, era ella quien se ponía al frente de ellas, y hasta las escribía de cero. 

Con el tiempo dejaron de ser las letras y las páginas de él, ya no eran suyas, eran las de ella, y sus ideas, y sensaciones, era totalmente ella en cada letra, en cada línea y en cada página, y eran mejores que las de él, eran las suyas las que felicitaba la gente. Cada palmada en la espalda que le daban a él, se la daban a ella, y cada premio también. Siempre en la sombra, porque de cara, en aquellos tiempos, y en ese mundo de hombres, nadie la compraría, nadie la leería solo por ser mujer. 

Y aunque a la luz sonreía y se aguantaba, en la sombra, no lo soportaba, y cada vez menos, porque era ella la verdadera autora, pero aquello se volvió tan rutinario y mecánico, que ni él mismo se percataba, e incluso acabo creyéndolas suyas, sin darse cuenta, ni ver, siempre era ella, vaciada en cada párrafo. Era a ella a quien leía la gente, aunque no lo supieran, leían a la mujer detrás de las letras.

lunes, 17 de junio de 2019

LEÍ QUE TE HABÍAS IDO

Leí que te habías ido, y pensé que no era verdad, que era mentira, o una broma, o simplemente que la gente exageraba, o puede ser que no quisiera que fuera verdad que tu adiós era real, aunque era cierto que de un momento a otro, te fuiste de verdad. 

Leí que te habías ido, y al leerlo, fue como llegar a cualquier lugar, y ver que te lo habías llevado casi todo y que no nos dejabas casi nada, tan solo los recuerdos que nos dejas de lo vivído contigo, lo bueno y lo malo, nuestras cercanías y nuestras diferencias.

Te fuiste sin avisar, sin decir adiós, ni tan siquiera darnos un por que, ni una nota o un mensaje en whatsapp, y así, sin más tu marcha me la tengo que creer, porque ya no hay nada, te lo llevaste todo, y nos dejas aquí plantados, en la puerta, fríos, casi sin mirarnos, ni saber que pensar, ni que decirnos.

Sabíamos que estabas mal, que había grandes piedras en el camino, y como supimos, o como pudimos, tratamos de andarlo contigo, pero no fueron suficiente las manos tendidas para sostenerte, y aún así no debiste haberte ido, y menos sin decir adiós, y ni tan siquiera darnos un motivo.

Ya que tu marcha no tiene vuelta a atras, solo un buen viaje te podemos desear, esperando que tengas mejor vida allá donde estés llegando, mientras en esta, siempre te estaremos recordando, así como tú  a nosotros, nos recordarás.

lunes, 10 de junio de 2019

UN DIA DE MIERDA EN LA OFICINA

     Un día de mierda en la oficina, así se puede resumir ese día en pocas palabras, y no era Lunes. 

Llegó como cualquier otro día, sin esperar nada nuevo, más bien esperando la rutina casi tediosa de cada día, con los problemas de mierda de siempre, aunque le cansaban tanto esos o algunos de esos problemas que decidió intentar ponerles fin. El puto navegador tardaba siglos en iniciarse, no arrancaba nunca, así que decidió buscar como solucionar el problema y seguir los pasos para solucionarlo, mala idea sería esa, al menos por una parte. Sería y fue buena porque al menos entonces pareció arrancarle bien, pero mala porque sin pensar en las consecuencias, había perdido páginas y contraseñas usaba a diario. 

¿Qué pasó?, que restableció el navegador del modo en el que venía predeterminado, como si se lo hubiesen puesto sin usar, y eso le hizo perder todo, mala cosa. Recuperar las contraseñas de los correos, de las cuentas de las redes sociales, sus páginas, gran trabajo el que tenía. ¿Por qué todo tiene que ir con contraseñas?, aquello era una puta locura.

Normalmente solía usar la misma para casi todo, mala idea dicen, pero no era una contraseña sencilla ni normal, mucho había que elucubrar para dar con ella, pero no todo tenía la misma, ni el mismo nombre de usuario, obviamente, y dar con todo aquello, venía a ser un coñazo superlativo, que le iba a dar muchos problemas, y le haría cagarse en todo lo que uno pueda imaginar. Se marcó muchos Willy Toledo, no sé si me explico, aunque creo que me entiendes, todo aquello ponía de los nervios casi a cualquiera, más de una puñetera hora para recuperar parte de lo que tenía, porque no dio con todo, aunque si con la mayor parte, y posiblemente la más importante. 

Acabó hasta las pelotas, tanto que cuando ya no podía hacer más por recuperar lo aún perdido, y tampoco tenía ganas, decidió marcharse a casa y dejarlo para el día siguiente, si es que tenía ganas de seguir, desde luego en aquel momento no, ni puta gana, porque si seguía podía mandarlo todo y a todos a una grandísima y pestilente mierda, así que, se fue a casa a escuchar música y olvidarse de todo, y acabar así un día de mierda en la oficina.

lunes, 3 de junio de 2019

UN BAILE SOLO PARA DOS

       La noche iba bien, unas risas, unas copas con las amigas, la música se les metía en el cuerpo, bailaban y se dejaban llevar. 

De repente, mirando a la pista, les vio, al fondo, entre la gente, les vio bailar, bailar y algo más. No era un simple baile, era mucho más, había miradas, había gestos, había complicidad. Se notaba que entre los dos había mucho más, ella lo vio enseguida, de golpe, como si le hubiesen dado un mazazo. De un momento a otro las luces se volvieron oscuras, y la música, sorda, como si hubiese quedado atrapada en una burbuja, y fuera de ella, ellos, juntos, abrazados, dando vueltas sin dejar de mirarse, eran miradas intensas, cargadas de deseos e intenciones, ella lo vio, y lo sintió como si se lo contasen en la distancia. 

Sabía que ese baile, era un baile solo para dos, que ella no tenía sitio ahí, no podía decir, ni hacer nada, porque él no era nada suyo, él no sabía cuanto le gustaba, cuanto sentía ella, solo era una más entre tanta gente a la que no veía. 

La copa se volvió amarga, casi ni la quería, aquel fin de semana que pintaba tan bien, se volvió gris casi negro, solo quería dejar de mirar y olvidar, ya no reía. Se la tomó de un trago, y pidió otra más, más fuerte, no quería mirar, no quería pensar, solo emborracharse y olvidar, porque sentía que cuanto más mirase, y más pensase, antes se podría derrumbar. 

Quería pensar que solo era un tío que le gustaba, que tíos, había mil, pero no era así, no solo era un tío que le gustaba, era él tío que le gustaba, y mucho, y como él, no había mil, al menos ella no los veía, solo a él, y él estaba con otra, otra que no era ella, y eso la cargaba más que la copa. 

Necesitaba salir de ahí, salir y caminar a cualquier lugar, y perderse en el olvido de esa imagen que no quería recordar, ese baile en el que no quería pensar. Porque como ella misma se decía, en ese baile no tenía espacio ni lugar, ese era un baile solo para dos.