Sueñan, cada noche sueñan con una isla, una isla oculta y escondida entre montañas perdidas en los mapas, montañas tenebrosas y frías, superpuestas en corrillo mirándose unas a otras, confidentes, como contándose secretos entre ellas, rodeándoles entre ellas, hablando de no se sabe quien, mirando burlonas, creyéndose gigantes que tocan el cielo, acorranlándoles en medio de un lago de aguas gélidas que ocultan y protegen del mundo, y en el cielo una bandada de ruidosos cuervos, complices de las montañas y sus chismorreos que nadie oye. Es por ellos que la llaman "La Isla de los Cuervos".
La Isla de los Cuervos les atrapa en cada sueño, entre sus aguas y montañas, entre su aire frío e inmóvil que te congela hasta los huesos, a la vez que su aroma fétido de cuervos muertos convertidos en carroña les penetra hasta dejar de olerlo.
Y entre sus graznidos y el silbido del viento salen del lago y atraviesan la fría y oscura isla buscando una salida que solo encuentran al despertar.
Y entre sus graznidos y el silbido del viento salen del lago y atraviesan la fría y oscura isla buscando una salida que solo encuentran al despertar.
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