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martes, 13 de febrero de 2018

EL OTRO LADO DE LA VENTANA

     Vivía sola, o casi sola, en esa casa de aspecto viejo y abandonado que ella la dejaba tener para evitar a los cotillas y curiosos que vagabundeaban por la zona sin saber que hacer. 

Le gustaba así, la dejaba ser así a la vista de todos, con esa imagen de haber pasado más tiempo que gente por allí; y lo hizo así para estar sola, en ese mundo que se había creado, aislado del resto del mundo que cada día gustaba ver por la ventana. Les veía pasar de un lado para otro, siempre inmersos en la misma rutina que les envejecía más deprisa que de lo que lo hacía su casa.

Les veía siempre rodeados de su vida moderna y consumista que sin que ellos lo supieran, les consumía con toda aquella tecnología que aparentemente les conectaba hasta con el otro lado del planeta, aunque lo que hacía era separarles más y más los unos de los otros, les alejaba más y más de sus amigos, y hasta de sus familias, esas que estándo en el mismo salón se veían separadas cada una con sus móviles de últma generación, sus tablets y sus redes sociales que les tenía atrapados y a la vez separados en la misma habitación.

Ella les observaba lejos y libre de aquella trampa digital del siglo XXI, lejos de sus luces, ruido y contaminación, lejos y libre de aquel estrés, pensando "pobres bobos, tan felices y a la vez tan consumidos que se ven, tan dependientes unos de otros, conectados a internet como quien queda postrado y enganchado a una máquina de respiración para vivir, y sin embargo tan vulnerables si les desconectaras".

Les veía como máquinas autómatas pendientes y dependientes de sus vidas artificiales, y no como los seres humanos que les predecedieron y que inconscientemente les llevó a este estado consciencia vegetal. Así les veía desde el otro lado de la ventana.

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