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jueves, 30 de noviembre de 2017

SUAVE SABOR A SAL Y AMOR

     Desnudos bajo la noche estrellada, cara a cara con la luna que brilla a través de la ventana, acompañando con caricias suaves y lentas, recorriendo surcando cada curva como se surcan las olas del mar invadido por su aroma a sal...así, con calma, sin prisa, sin dejar un solo centímetro de piel sin probar, ni dar esos besos que te pueden acariciar el cuello, la espalda...y tu boca, esa boca que busca a la otra, intensa pero suave, hasta que ese beso en ella se clave. 

La noche en silencio...silencio roto por la música del mar, haciéndonos desear más y más, hasta que el corazón del pecho quiera saltar para en tu pecho querer latir y galopar y sentir como la roca siente el golpe del bravo mar y que nos hace vivir. 

El vello de la piel ardiente erizado cuando es suave y lentamente tocado y besado por el deseo de tenerte desbocado. 

La luna está celosa cuando ve que nuestros cuerpos de fuego latente se rozan, iluminados nuestros cuerpos arqueados, te vuelves y me miras, y me iluminas; placer que quiere y pide más sin necesidad de hablar, erupción de deseo intenso de sexo lento, que se vuelve rápido y otra vez lento sintiéndonos dentro, rozo la lujuria despacio, sin furia. 

Saborear tus pétalos cuando a la noche abres tu flor que me define la palabra amor, y que eriza el vello que nos sube al cielo que tocamos con la punta de los dedos. 

Sentirte como nunca antes te había sentido con cada gemido esa noche que no ha de acabar hasta que el deseo como el fuego se pueda apagar, momentos y movimientos irresistibles...abandonados al pecado irresistible, placer suave y a la vez salvaje que nos viste con su traje, traje de besos intensos que no se acaban, que son dulces, pasión profunda que nos circunda. 

Broche a esta noche estrellada y callada que aviva la llama antes calmada, y que con la melodía del mar y su olor a sal, siempre está acompañada.

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