-¿Qué pasó anoche con Sandra, tío?, ¿qué has hecho?.
-¿Que qué he hecho?, no sé, me acabo de despertar, no me acuerdo de nada.
Ese fue el despertar del niño Carlos tras desperezarse de la resaca, una taza de café cargado y la llamada de su amigo Andrés. Era
cierto que no se acordaba de nada, la borrachera que se pilló era tan
grande que no sabía que hizo esa noche. Sandra era su chica, no llevaba
mucho tiempo con ella, tan solo unos meses, y la relación no parecía
que tuviera mucho futuro. Asustado por la pregunta de Andrés, intentó
recordar que hizo o que pasó, no tenía ni idea, solo se acordaba de el sabor amargo de la última copa.
Sandra había desaparecido, nadie sabía donde estaba. No sabían nada de ella desde que la noche anterior se había despedido de unas amigas para ir a cenar con Carlos. Ni siquiera había por whatsapp sabían de ella, no había escrito en toda la noche, algo inusual en Sandra que hasta solía mandar mensajes tan banales como " El primer copazo de la noche, chicas!!!", cuando solo tenía una coca cola helada en la mano. Al principio no le habían dado importancia al no tener nada de ella, imaginaban que se estaría enrollando con Carlos y se olvidó de todo o sencillamente pasó del móvil, así que la dejaron a su bola, que estuviera con su chico y ya por la mañana la darían un telefonazo para que les contara. En algún momento de la madrugada hasta la habían llamado sin tener respuesta, pensando que probablemente se estuviera tirando a Carlos y hubiera silenciado el teléfono, o simplemente que estuviera dormida, por lo que dejaron de preocuparse por ella y no darle más la chapa, al menos hasta que la volvieron a escribir y a llamar por la mañana.
Era casi mediodía cuando aún seguían sin saber nada de Sandra, ni un mensaje, ni una llamada, ninguna señal de ella, no se había conectado desde la noche anterior, más de doce horas sin saber de ella. Carlos tampoco se había conectado, no sabían nada de ninguno de los dos, pensaban que estarían como troncos, borracho él y desnudos, así se los imaginaban, y hasta les hacía gracia al principio, pero era muy extraño en ellos. Leticia, amiga íntima de Sandra, y Andrés, con quien tenía bastante buena relación, fueron a casa de Sandra, se les hacía muy raro no saber de ella, que vivía pegada al móvil, y les preocupaba mucho no tener noticias suyas.
Sandra estaba rehabilitándose de su adicción a las drogas, llevaba casi un año y parecía que empezaba a enderezar un poco su vida, se estaba desenganchando del alcohol que se bebía como agua y de sustancias varias como las tachas, o de vapear, lo que unido al alcohol, la colocaba y la hacía perder el norte. Como suele ocurrir en la mayoría de casos de adicciones, Sandra empezó con ellas en su adolescencia, con una unidad familiar desunida, con unos padres separados y que transitaban por mal camino. Su padre era un vago que solo quería vivir de un cuento que solo él se contaba, y acabó yéndose de casa a vaya a saber Dios donde, llevaba años sin verle ni saber de él, y su madre, que quería vivir un sueño americano en Madrid, abrió un local cutre de tattoos con un bala perdida que la perdió a ella. De su madre si sabía, aunque no quería saber nada de ella. La rebeldía de los años adolescentes la hizo caer en las adicciones, eran tiempos convulsos en los que todo le daba igual, y a la vez no quería como esos padres que se olvidaron de ella, obligándola a cuidar de si misma como podía. Andrés y Leticia habían estado con ella desde el principio y Sandra, consciente de su situación y de que no podía seguir así, por su propia seguridad, le había dado a su amiga una copia de las llaves de su casa, y llaves en mano decidió ir a su casa, esperando verla tirada en la cama.
Al entrar, se encontraron abiertas todas las puertas interiores del piso, algo que no solía hacer Sandra, antes de irse a dormir, siempre las cerraba, era parte de la terapia, una pauta marcada para seguir y tener orden en su alocada vida. Había un silencio casi sepulcral, olía a cerrado y a tabáco, alguien había fumado y temían que fuera su amiga, temían que hubiese recaído, y más desde que estaba con Carlos, que fumaba y bebía, aunque ella estuviese delante. En el salón se encontraron una lata de coca cola vacía, varías botellas de cerveza tipo ale de alta graduación, también vacías y lo que más temían y no querían ver, una vapeadora, seguro que Sandra había fumado y bebido. Sabían que con Carlos eso podría pasar, sabían que algún día podría recaer, y ese día llegó. La llamaron, recorrieron todas las habitaciones, que tampoco eran muchas, no era un palacio. Todo parecía en orden, las camas hechas, armarios cerrados..., todo hacía pensar que solo estuvieron en el salón, donde llevaron la cita y evidentemente se desfasaron.
Sandra no estaba.
Sandra no estaba, y no se había llevado nada, solo la cartera y lo puesto, hasta se había dejado el móvil tirado en el sofá, casi no tenía batería, y si se había vuelto a emborrachar y a colocar, quien sabe a donde habría ido, no tenían ni idea. Leticia, muy preocupada, empezó a llamar a cuanta gente conocía a Sandra, y a cuanto sitio solía ir, nadie sabía nada, nadie la había visto ni hablado con ella, algunos en horas, otros en días. Entonces fue cuando Andrés, más cabreado que preocupado, llamó a Carlos para preguntarle por ella.
-¿Qué pasó anoche con Sandra, tío?, ¿qué has hecho?.-¿Que qué he hecho?, no sé, me acabo de despertar, no me acuerdo de nada.
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