¿Qué escribir cuando no tienes nada que escribir?, ¿y qué contar si no sabes o no tienes nada de que hablar?, ¿ y qué más da que cosa puedas soltar?.
A veces da igual, a veces no tiene que importar, a veces es mejor que no haya nada que contar, o contar cualquier cosa banal. Lo importante es rellenar el tiempo y el espacio, ese espacio físico-psíquico y digital, ese espacio lleno de nada y que a veces cuenta todo de cualquier modo. Lo importante es escribir, escribir para estar, para contar y escuchar, porque con las palabras contamos cosas sin hablar, en un lenguaje que tiene su propio baile de palabras que a ratos, mueren en el aire.
Es la magia de la palabra aunque estés como una cabrá, es la fuerza y la magia de las entrelíneas tibias y los párrafos que llenan vacíos y espacios muertos de nuestro tiempo. Es el hablar por hablar, por contar y divagar. Puede ser rutinario y hasta ordinario, escrito en cualquier idioma y de cualquier manera, hasta inventado, enredado y remendado. No es un "todo vale", pero si te gusta, ¡dale!.
Es la condensación de todo y de nada suelto en una enorme parrafada ni muy gruesa ni muy delgada, pero bien currada y enhebrada que probablemente no sirva para casi nada. Pero que si lo relees, mola la charloteada. Y así, porque si, en un momento esto es lo que escribí.
Es la condensación de todo y de nada suelto en una enorme parrafada ni muy gruesa ni muy delgada, pero bien currada y enhebrada que probablemente no sirva para casi nada. Pero que si lo relees, mola la charloteada. Y así, porque si, en un momento esto es lo que escribí.
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