¿Qué contar de la Navidad que no se haya contado ya?, nada. Nada nuevo ni especial, al menos especial para ti, o para mi, o puede que si. Porque cada uno, cada cual, la vive a su manera; la vive o la deja pasar, depende de que te guste menos, o de que te guste más. Da igual.
La Navidad es esa época, esa cosa, que viene y se va. Son esos días que a algunos les pone verdes y les vuelve un poco Grinch, para otros es como una dulce tormenta de arena que al irse, te deja los restos y las huellas del efímero paso que deja.
Te deja las huellas del mazapán y del turrón, de las cenas y las comidas a mogollón, aderezadas con champán y polvorón. Te deja, a quién se lo deja, a ese Papá Noél, gordo como un tonel, y esa lotería que le ha tocado a no se quién.
Luego viene esa noche vieja y añeja de uvas y más champán que te hace joven, al menos hasta la madrugá. Y como fin de fiesta, más larga que una buena siesta, vienen tres que reyes dicen ser, de Oriente o de Poniente, y magos, no se si currantes o vagos, pero que si te dejan regalos, te parecen bien majos. Y menos mal que te dejan algo, porque no nos podemos olvidar de ese niño que con su lotería solo hace el amago de tocarte un rato, para que al final, se lo lleve otro ser.
Por suerte nos queda la sorpresa del rico roscón que siempre puede caer. Y esa, o eso, como lo quieras ver, es la Navidad, esos días de color y de alegría, y de familia, y de amigos, incluso esos que durante el año no se dejan ver.
Navidad, esa cosa que el año que viene querrá volver.
Te deja las huellas del mazapán y del turrón, de las cenas y las comidas a mogollón, aderezadas con champán y polvorón. Te deja, a quién se lo deja, a ese Papá Noél, gordo como un tonel, y esa lotería que le ha tocado a no se quién.
Por suerte nos queda la sorpresa del rico roscón que siempre puede caer. Y esa, o eso, como lo quieras ver, es la Navidad, esos días de color y de alegría, y de familia, y de amigos, incluso esos que durante el año no se dejan ver.
Navidad, esa cosa que el año que viene querrá volver.