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jueves, 30 de marzo de 2017

PIENSO, LUEGO...¿EXISTO?

  Todo el mundo conoce la frase "Pienso, luego existo", de René Descartes, pero...realmente ¿si pienso, existo?, ¿dónde existo?, ¿si existo, pensé?. 

Supongo que todo depende de si comparto ese pensamiento o me lo guardo, al igual que dependerá de con quien lo comparta, si es que lo hago. Pero ¿qué ocurre si no pienso?, ¿si no pienso, no existo?, y si no existo, ¿a alguien le importará?. Creo que a veces es mejor no pensar, que es mejor dejarlo estar, porque si lo piensas, al final te puedes liar. Y liar sin motivo más allá del que tu imaginación pueda alcanzar. Con razón dicen que lo que no vean tus ojos, no lo invente tu boca (más o menos viene a ser así), y tienen razón, porque eso es mejor no pensar, no dar pie a elucubrar, ni imaginar todo aquello que tus ojos no puedan decir que es verdad, o que tus manos no puedan escribir ni dibujar.

Probablemente, en según que ocasiones y momentos, sea mejor no actuar, ni pensar, ni imaginar, y dejar cada mundo con su orden particular, tu mundo y el de los demás. Mejor no enredar lo que no por si solo no se lió. Ahora bien, ¿qué hacemos con la duda?, con ese ¿qué habrá pasado?, ¿la despejamos o nos la quedamos?, ¿la alimentamos o la ignoramos?. Es muy probable que si no sabemos ignorarla y dejarla pasar, se nos haga una bola más grande que normalmente, más temprano que tarde, explotará.

Dudas que no nos dejan dormir por los caminos enredados de nuestro enrevesado cerebro, que bien podría venir con un libro de instrucciones, un botón de pausa, un botón de resetear, y botón de formatear. 

Podríamos actuar sin pensar, sin pensar en la prudencia y los miedos y temores que nos dan los años; también podríamos pensar sin actuar, guardándonos la tormenta de pensamientos. Entretanto toca madurar y aprender sin pensar si existes o no.