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domingo, 23 de agosto de 2015

CUANDO SALE EL SOL

   
    Todos tenemos ese alguien con quien sale el sol, ese alguien que nos alegra el día y le da color, ese alguien que nos saca una sonrisa de donde no la hay. Es esa persona que no nos puede faltar, esa persona que en los momentos más oscuros es a la primera que vamos a buscar y en la primera en quien solemos pensar o de la que nos solemos acordar. Es la que nos reconforta, la que nos calma, la que nos hace olvidar.

Paradójica e inexplicablemente no dejamos de buscar a esa persona, la ideal, la media naranja que muy posiblemente y sin darnos cuenta tengamos a un paso. Y con media naranja, no me refiero a algo sentimental, me refiero a ese alguien que nos complementa de alguna manera, un amigo, un compañero de trabajo, todo vale.

Al mismo tiempo no dejamos de buscar ni de anhelar ese mundo perfecto que gire a nuestro alrededor, en nuestra órbita en un infinito inconformismo. Un inconformismo que probablemente, que nos lleve sin darnos cuenta, a no valorar lo suficiente todas aquellas cosas buenas que tenemos en nuestra vida, y que en esa ceguera que nosotros mismos nos ponemos, no llegamos a disfrutar.

Pero están ahí, están esas personas y esas cosas, esos pequeños detalles que le dan sentido al camino que andamos cada día, al igual que estamos nosotros en el de otras. Solo tenemos que querer abrir los ojos, hacer el esfuerzo, menor de lo que nos suponemos, y verlo.

Al final estamos dentro de un círculo o de una cadena que nos une, nos conecta unos con otros de manera directa o indirecta. 

Todos somos el día de alguien, el sol y el confort que necesitamos y buscamos. Estamos ahí.

sábado, 22 de agosto de 2015

MIRADAS PERDIDAS EN UN PENSAMIENTO INFINITO

     
    Me pregunto que pensamientos entrarán y que recuerdos saldrán de esa mirada perdida en su infinito silencio. A donde irán y de donde vendrán. No se si acercarme y preguntar o esperar a que me lo quiera contar.

Así estamos los dos, perdidos cada uno en nuestros pensamientos, en nuestro silencio imperturbable o perturbador. ¡Qué se yo!.

Son tantas dudas las que me asaltan, tantos recuerdos, tantos pensamientos, tantos deseos... Son tantas las cosas que no puedo dominar y quisiera tener en mis manos y controlar.

Tal vez debería soltarme, dejarme llevar sin pensar; pero no puedo, así soy yo, como un reloj pasando de minuto en minuto, de hora en hora sin saltarme ninguna. Soy como el día, con su orden inalterable pase lo que pase, con sus momentos de paz y de sol y sus tormentas, en mi caso tormentas mentales como la de ahora.

Con el cerebro devorado por el pensamiento, por la incertidumbre miro al horizonte infinito en busca de respuestas a no se que pregunta ni misterio, esperando a que el cielo me mande con el viento una señal, una luz. Inspiración.


¿Y mientras qué?, ¿qué hago?.

Pasa el tiempo sin que ocurra nada más, nada se mueve, nada cambia.

Así estamos los dos, en silencio, sin decir palabra ni susurro. Uno a la sombra del otro, inmóviles como bloques de piedra.

Miradas perdidas en un pensamiento infinito.